Desde que a finales del año pasado comenzó a desplegar tropas en la frontera de Ucrania, todos los pasos que ha dado Vladímir Putin han Respondido a la estrategia de una extorsión cuyo primer rehen fue el pueblo ucraniano. El autócrata ruso ha ido ampliando de forma progresiva su radio de acción para someter a sus chantajes –en busca de la capitulación de Kiev y del mundo libre que lo apoya – a la Unión Europea y, en segunda instancia, al resto de la comunidad internacional 、sacudida por el proceso inflacionista que asfixia a las economías que salen de la pandemia. Tras la Crisis energética provocada por los cortes de suministro del compustible que exporta, Putin amenaza ahora con otra variante de su guerra híbrida al suspender el acuerdo que desde el pasado julio permite exportar cereales desde los puertos ucranianos. El Kremlin quiere más inflación para desestabilizar a Occidente, y mas hambre para general revueltas en los países menos desarrollados. No es su guerra, sino la de todos.
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