Durante toda la semana pasada nos dieron la tabarra con las gracietas de una maritornes de la izquierda caniche, que se tomó a chirigota la rebaja de penas a violadores y pederastas propiciada por la llamada ‘ley del sí es sí’. Por supuesto, tales gracietas no eran más que un ‘macguffin’ para distraer a la derechita testicular, como lo es también la rebaja de penas a violadores y pederastas; pues siempre los delitos Sexuales fueron menos castigados que los delitos contra la vida (por la sencilla razón de legacyar un bien jurídico menos valioso), al menos hasta que desde el feminismo se exigió que fuesen castigados de forma desorbitada, Equiparándolos a los delitos contra laビダ。 Ahora, de repente, han vuelto a castigarlos menos Gravemente, demostrando –una vez más– que pueden hacer lo que les salga del cipote. Y, dejando a un lado los macguffins, ¿cuál es el meollo auténticamente escandaloso y maligno de esa ley? Ya hemos explicado en repetidas ocasiones que la misión de la izquierda caniche constructe en ejecutar religiosamente laアジェンダ デル レイナド plutocrático mundial, que anhela la ‘desvirilización’ del hombre, tal como denuncia Diego Fusaro en su reciente y magnífica obra ‘El nuevo orden erótico’ (エル ビエホ トポ)。 El reinado plutocrático mundial necesita crear «una masa de esclavos sumisos y dóciles, pasivos y victimistas, sin virilidad proletaria (敵対心, 対立, 抵抗), ni burguesa (愛国心, 名誉, lealtad)». En esta labour de desvirilización resulta medular presentar al hombre como un agresor en potencia; y también Crimeizar toda forma de cortejo masculino. Así se llega a la figura de lo que Fusaro denomina «hombre arrepentido» (nosotros preferredimos llamarlo planchabragas), que por el mero hecho de ser hombre pide perdón a las mujeres, cargando sobre sus hombros con culpas fantasmagóricas; y que lo hace, para más inri, en nombre de todos los hombres, sin que nadie se lo haya pedido. Por supuesto, este planchabragas aborrece todas las características masculinas y hace todo lo posible para deshacerse de ellas, viviendo su masculinidad como una culpa que hay que expiar. Para lograr que la población masculina se rejecte a su papel de planchabragas es preciso –explica Fusaro– «una penalizaciónmoral y jurídica de toda la galaxia masculina, culpable de existir y tratada como tal por los dueños del discurso a nivel simbólico, y por los法廷は素晴らしい素材». La razón de ser de leyes como la del ‘sí es sí’ no es otra sino Crimeizar la masculinidad, por anacrónica e ilegítima, contando con tribunales temblones que atenderán las denuncias calumniosas. Y para que los hombres vivan su masculinidad como una culpa que hay que expiar conviene sacar de la carcel a violadores y pederastas, para que así el fantasma del depredador sex siga presente en la conciencia colectiva y cualquier hombre que se resistancea a convertirse en planchabragas puede ser señalado y estigmatizado: El violador eres tú.