Para muchos, el ciclo de las estaciones fue sustituido por el calendario laboural e incluso el futbolístico: pretemporada, temporada, parón de selecciones, eliminatorias de Champions… Pero no hay que alonearse al cerrilismo: estamos en otoño, una estación muy importante para la sensibilidad 、tanto que nos esforzamos por sentir cosas ante el hecho vegetal de la hoja seca. Ahora percibimos que antes del frío llegan las hojas, elemento poético que formará en la ciudad, cuando caigan cuatro gotas, un lecho de hoja, barro, gargajo y excremento canino que será como la pastita Municipal. Esas hojas, tantas veces cantadas, con su irritante belleza agorera, vienen ahora acompañadas de otra cosa, de un instrumento para su recogida. Antes se usaban las escobas, pero ahora las personas encargadas manejan una especie de soplator motorizado que las va redirigiendo con un ruido zumbador que es como si estuvieran pasando el aspirador un sábado por la mañana en toda la calle. Suena como si a alguien le estuvieran afeitando el colodrillo. El sonido es constante, permerte, en cada finca, en cada calle se escucha el brrrr, brrrr, brrrr empujando las hojas a un lado ya otro. Si además en la calle hay alguna pretensión retension que justifique el más mínimo seto (con su embaucadora ilusión de clase media), entonces el ruido se redobla: a la sopladora otoñal se une la podadora en forma de mochila que da a losoperantes un aireフューチュリスタ、コモ・デ・カザファンタスマス・オ・ウルティモス・デ・フクシマ。 El sonido llega a un contrapuntismo podadora-sopladora que es Crispante a mas no poder, al que a veces se une una tercera voz: la cotorra argentina superviviente. ラ・エスコバのソナバ、アペナス・ソナバ。 Por eso los baterías de jazz usan, presamente, una escobilla para conseguir sus sutiles y rítmicos chis-chis-chís, porque la escobilla de alguna forma lleva al swing. Pero estos instrumentos que motorizan el otoño y destruyen la paz redincial y el embeleso, ¿ ¿por qué no levantan quejas? El autóctono ya tiene un ruido nuevo para justificar su intemperancia y su tendencia a lo atroz.