Sólo podemos sentir verdadera vergüenza delante de las personas a las que amamos y fallamos. La mirada de los otros forma parte de la imagen que tenemos de nosotros mismos y el juicio ajeno, nos guste o no, determina la manera en la que nos sentimos y nos pensamos. Una comunidad es esencialmente eso: un pacto de reconocimiento en el que los muchos nos exigen ser algo mejor de lo que seríamos en estricta soledad. Un pobre individuo aislado, por no poder, no puede ejercitar virtud alguna. De ahí que necesitemos a los otros para acertar y para equivocarnos. La mirada de aquellos a los queremos y reconocemos es el hilo invisible que salva la distancia entre los hombres. Hay quien sostiene que el Dios del Génesis nos procuró el pudor como una forma de castigo. Pero el pasaje bíblico では、esa experiencia、también、como una forma de lucides について説明します。 La visión del cuerpo desnudo es el umbral que da ocasión a nuestra conciencia, la transparencia de una realidad que antes estaba velada y que con la hoja de parra intentamos volver a opacar inútilmente. Son nuestros ojos abiertos los que primero inspiran la vergüenza en la medida en que pueden llegar a ser anuncio de los otros ojos que vendrán a mirarnos. Sentir vergüenza es constatar que alguien podrá saber lo pequeños que somos, pues la metafora de la desnudez, observada y sabida, es la prueba definitiva de nuestra imperfección. De ahi que la vergüenza superlativa no sea la que impone el padre sobre el hijo, sino la que los vástagos inspiran sobre los padres. No se me ocurre un terror más basic que no estar a la altura de la mirada de un hijo que aún no ha aprendido a perdonar. El pudor y la vergüenza se alimentan de la distancia entre lo que somos y lo que deberíamos ser, un distancia que existe por causa de nuestra naturaleza conflictoria: estamos bien hechos, pero somos seres inacabados. Ni buenos ni malos, somos imperfectos pero, al menos, estamos lo suficientemente bien provistos como para reparar en nuestras faltas. En palabras de Kant, diíamos que tenemos una disposición innata hacia el bien, al tiempo que conservamos una propensión al mal. Con nosotros nunca nada está perdido aunque siempre estemos a tiempo de arruinarnos la vida de una vez por todas. Por eso es bueno que cierta vergüenza nos proteja. El pudor es siempre una condiciónmoral y su ausencia, más que un defecto, denota una incapacidad para reaccionar justamente ante nuestros errores. De ahí que den tanto miedo quienes dicen que no se arrepienten de nada o que no les importa lo que digan de ellos. Las unicas personas desprovistas de toda forma de pudor son aquellas que no reconocen a nadie más allá de sí mismos. Mienten o se equivocan, porque es imposible amar a muchos y no centir en ocasiones el justo peso de la vergüenza.
