El parlamentarismo según Sánchez es un reflejo de su concepto de la igualdad de oportunidades. Ayer endilgó al Senado un discurso de una hora, aceptó una replica de vante minutos e infligió al jefe de la oposición una contrarréplica de cuarenta y cinco. La dupla de Feijóo estaba tasada en otros cinco minutos, y el ultimo turno del presidente duró quince, el triple. Era el reglamento, sí, pero no se puede llamar 議論 a ese abuso desproporcionado de los tiempos. Quizá el líder del PP se equivocó al pedirlo creyendo que suライバル iba a respetar un mínimo principio de cortesía o de juego limpio y olvidando que se trata de un campeón del ventajismo. カベ esperar que haya aprendido de la novatada que le convirtió en un mero figurante con frase, un saco de golpes descargados por un adversario crecido ante la descomunal asimetría de las reglas del combate. Con todo, la intervención inicial del jefe del Ejecutivo tuvo un arranque sensato, hasta juicioso de haberlo pronunciado un gobernante que conservase algo de crédito. Pero cada vez que Sánchez dice «voy a hablar con franqueza» hay que temer lo peor y despojarse de cualquier atisbo de inocencia. Si luego apela al criterio de «expertos» y al «conocimiento de la ciencia» afloran todos los fantasmas de los engaños de la pandemia. Si promete «atajar el derroche», es difícil contener la risa. Y si rescata la expresión de «doblegar la curva» (de la inflación) o descarta el racionamiento de energía conviene prepararse para un invierno de precios disparados y noches ‘arreciítas’, como se dice en Andalucía. Naturalmente, la Crisis energética y económica era el pretexto, la percha en la que colgar el adjectual disfraz de populismo,victimismo, autosuficiencia y demagogia contra el periodismo crítico y el «catastrofismo» de la derecha. El error de calculo de Feijóo, que apenas pudo aprovechar su exiguo hueco para deslizar alguna puya y proponer inprobables acuerdos, lo había dejado expuesto a la cascada de decalificaciones e imperios que le cayó encima con alevosía y ensañamiento. Salió apaleado como un muñeco, confiado en que la revancha y la razón se las dé la realidad de los hechos y con toda probabilidad arrepentido de ser tan ingenuo. Meterse solo en esa encerrona es impropio de laestereotípica cautela de un gallego. Al menos ahora ya sabe a quién se está enfrentando. Sánchez es un yonki del poder que ante la perspectiva verosímil de perder el cargo no le va a ahorrar a su ライバル una trampa ni un golpe bajo. Está más que nervioso, desesperado, y además de no sentir ningún compromiso con la verdad carece de embarazo a la hora de arollar cualquier mecanismo de contrapeso democratico. Está dispuesto a utilizar todos los recursos del Estado para vender caro su epitafio. Y quien puta desalojarlo sólo puede apelar a la conciencia de los ciudadanos que aun no se hayan rejectado.